El anquilosado mundo de la NFL
Soy muy aficionado a la NFL y no sigo a ningún otro equipo deportivo profesional que no sean los San Francisco 49ers. Entre todo ese fanatismo que he recopilado de entre los años que practiqué ese deporte y los millares de partidos que he visto desde que tenía unos seis años de edad, hay un camino largo. Es un deporte profesional que me apasiona como ningún otro, pero también he sido testigo de cómo se ha ido desvirtuando en aras de la corrección política y el abrumo aplastante de los medios de comunicación que cubren a la liga. Y, a pesar que me gusta mucho el juego, puedo decir que hay elementos que lo están transformando en una actividad con aspectos ridículos.
¿Se acuerdan de Colin Kaepernick y el escándalo que generó su protesta? Los fachas del mundo brincaron cuando Kaepernick levantaba el puño emulando a las Panteras Negras. Los propietarios de los equipos de la NFL, casados la mayoría con una identidad nacionalista, sepultaron la carrera de ese quarterback, y el chico no pudo volver a pisar una cancha jamás. Y aunque la NFL trató de cuidar su imagen, la realidad es que quedó en evidencia el racismo sistematizado que todavía domina el deporte más popular en América del Norte.
Luego, las reglas, que han ido cambiando por la enorme cantidad de demandas que ha enfrentado la NFL cuando se trata de exatletas con daños cerebrales. A fin de cuentas, se trata de proteger la integridad de los seres humanos. Eso, está bien, desde el punto de vista ético. La onda es que la liga, a partir de esto, ha ido manipulando las reglas para hacerlas más amables a los que juegan la posición de quarterback. Siendo más específico, la regla de rudeza contra el pasador, se modificó en su forma original para proteger a los más grandes activos y figuras de la NFL, para ser exactos, a Brady, a Manning y a Rodgers, que en el alba de los 2010 eran la imagen de la liga. Entendible. Aún así, el criterio de proteger no funciona igual para todos los quarterbacks, y todo depende del talento y la franquicia que representen. Por ejemplo, en la década anterior, jugadores como Cam Newton a Russel Wilson, sólo eran beneficiados con ese tipo de castigos muy esporádicamente, por no decir nunca.
Cada que pasan los años el juego se ha ido anquilosando. Las pausas son desmedidas, el ritmo se ha hecho cada vez más pasmoso con tantos y tantos castigos. Castigan por una formación a la ofensiva, castigan por un golpe legal con la hombrera, casi todos los bloqueos son holding, casi todas las revisiones, aunque se apoyen en la tecnología, son decepcionantes. Pausas y más pausas que le están quitando el deporte el aspecto humano, y errare humanum est. Nunca, desde que instauraron la revisión de jugadas y los retos con el pañuelo rojo, se ha demostrado que no esté implícito el criterio de un oficial. Y a pesar que hay decenas de cámaras en la cancha, a veces ni así queda claro. Me gustaba más la NFL cuando se jugaba en mayor medida con una raíz aleatoria, sin tanto absurdo control. Ahora cada vez es más fría y más lenta.
Me caga que Brady siga jugando. Y no voy a recalar en los escándalos de los Pats, sino en el hecho de que nos hemos soplado más de veinte años en el que él es el centro, y veinte años en el que un equipo practicamente dominó al universo del futbol americano. Ya basta de Brady, que ya le llegue, que empiece la leyenda, pero la NFL, también deben de ponerlo a dormir, y yo observo que lo siguen inflando, aunque sea una caritactura de él mismo. Basta también de decir que Aaron Rodgers es un Dios, cuando ya nos dimos cuenta de que la mitad de su carrera se la ha pasado timando a todos, y aún así la NFL lo exalta como si fuera el mejor.
El Draft es un espectáculo en el que no hay espectáculo. Qué manera de vender humo, no hay en el mundo del futbol americano, evento más sobrevalorado que el Draft. Ya nos dimos cuenta que la mayoría de los atletas que llegan a la NFL enfrentan un limbo hasta convertirse en jugadores rentables, ya mejor ni hablar de estrellas, porque quizás sólo una pequeña fracción de jugadores que entran cada año desde el futbol colegial, serán los nuevos titanes de ese deporte, y los demás tendrán una cuesta arriba que les impida consagrarse.
La tragedia de Damar Hamlin, me movió en el aspecto humano; es una persona con familia que casi pierde la vida en el campo de juego. Pero la cobertura de los medios me dio asco. Hicieron un circo con la historia, y la NFL anda con la cola entre las patas, porque de haber muerto Hamlin, las reglas del futbol americano se hubieran hecho tan suaves como las del Lacrosse. Hubiese sido en fin de la liga, simplemente porque el comisionado se habría encargado de destruirla para hacerla toda de tocho bandera, o por lo menos lo hubiese propuesto. La actitud moralina de Los Estados Unidos de América está cada vez más reflejada en la NFL, pero tampoco nadie desearía renunciar a un negocio tan popular. Pensé que dada la maginitud de la situación, los Bills se iban a coronar este año, con ayudas y compensaciones. Qué bueno que no, la cada vez más cuestionada credibilidad de la liga se habría ido al caño.
También me caga el Superbowl. Lo veo cada año, me preparo, pero para mi ha perdido mucho brillo. El juego no suele ser de lo mejor de la temporada. Hemos visto, sobre todo recientemente que la ronda de comodines o las divisionales tienen más poder emotivo y deportivo que el mismísimo juego grande. En el Superbowl hay tanta tensión y atención del mundo, que algunos equipos llegan con el espíritu fundido, como si desearan que todo terminara de una vez sin importar el resultado. El espectáculo de medio tiempo alguna vez fue novedoso. Quizás Michael Jackson, y Madonna estuvieron chidos, pero no recuerdo unos treinta minutos más forzados que esos del superbowl. Ya no funciona nada. Ni Dr Dre los pudo levantar, porque es un mazacote creado para los tabloides, para la prensa rosa, para la gente a la que le vale verga el futbol americano. Cada año se nota más esa desconexión del súper domingo con los aficionados de hueso colorado.
La NFL se sigue manteniendo por el buen nivel físico atlético de sus jugadores; el juego, cuando está en ritmo es vertiginoso y muchos partidos parecen salidos de guiones cinematográficos, sin embargo, este anciano que escribe estas líneas, piensa que la brutalidad y el corazón de los atletas de otras eras no muy lejanas, eran más excitantes que las nuevas generaciones de jugadores que ya no sienten amor por sus equipos y están ahí nada más por la marmaja. Killer Murray es el ejemplo vivo; un tipo que no es líder, que no es tan buen jugador, que mucho menos es un ganador, que hizo caer a su coach con grilla, y aún así gana millones. La NFL está cambiando para mal, si no me creen abúrranse con el superbowl 57, ya no falta mucho.
Por: Beto Sigala